Muchos padres, profesionales de salud y maestros/profesores sienten inseguridad respecto a la decisión de buscar un Logopeda cuando su hijo, paciente o estudiante muestra signos de tartamudez. Esto se debe a varias razones: el hecho de no saber hasta cuándo esperar, la expectativa de que las disfluencias desaparezcan en poco tiempo, la creencia de que el niño pueda ser demasiado joven, o incluso por la comparación con otro niño cuyas repeticiones, bloqueos o / y prolongaciones desaparecieron sin que nadie hiciera nada al respecto. Independientemente de sus experiencias, a todos les gustaría sentirse más seguros e informados en cuanto a la idea de buscar a un Logopeda para rastrear la situación o de cómo reaccionar al hecho de que un niño tartamudee. Aquí os dejamos una ayuda: 1- Al igual que todos los demás problemas de salud, sólo existen beneficios ya sea en identificarlos lo más precozmente posible, ya sea en saber no existen; 2- consultar a un Logopeda no debe significar forzosamente una intervención inmediata, sino información y apoyo en relación a una situación cuyos mecanismos de respuesta están en constante evolución científica; 3- Puede ser tan importante para los familiares buscar un especialista como para el niño. Normalmente, la tartamudez infantil genera incomodidad, preocupación e incluso sentimientos de culpa por parte de los adultos, lo que puede influenciar negativamente el habla y las reacciones del niño, así como la propia evolución de la situación; 4-Una parte de los niños que muestran signos de tartamudez y buscan un Logopeda con actuación en esta área no llega a realizar terapia directa, porque por veces la situación puede resolverse a través de otras estrategias. Sin embargo, debe existir la orientación profesional para que éstas resulten; 5- No existe un límite mínimo de edad para activar estrategias con respecto a la tartamudez; pero antes enfoques científicamente aprobados y probados para cada edad y características. Durante muchos años creemos que esperar sería la mejor opción, afortunadamente hoy sabemos más y mejor; 6- Cuanto menor tiempo transcurre entre el inicio de las disfluencias y el tratamiento de las mismas (aunque indirecto) mayor es la probabilidad de recuperación. El mejor período para tratar los síntomas y signos de tartamudez es inmediatamente después de su inicio; 7- No existe una relación directa entre la severidad y la cronicidad de los síntomas y signos de tartamudez, lo que significa que podemos estar ante disfluencias leves y un cuadro crónico, así como de disfluencias severas y un marco transitorio. Por estas razones y otras, sugerimos que en caso de duda busque siempre un Logopeda con actuación en esta área, o proponga el encaminamiento a uno. Independientemente de la tipología o severidad de las señales de tartamudez, de la edad o del contexto del niño, la información puede realmente ser la diferencia.